Es domingo primero de noviembre, a unas calles del mercado de Tepito se escucha una algarabía; entre trompetas, guitarras y teclas de acordeones miles de personas, de todas las edades con estatuillas de diversos tamaños y colores se dirigen por las calles de Alfarería y Panaderos para llegar al lugar aclamado, el altar de la Santa muerte, todos y todas con un fin en común, la fe.
En medio del camellón, en una calle grande cerrada con coches y mesas de maderas, destaca la gran celebración entre rosarios, rezos y cantos se festeja a la Niña Blanca quien se encuentra detrás de una gran vitrina de cristal rodeada de flores. Alberto Bocanegra y Cristina Gutiérrez me cuentan que, el Día de Muertos es el día de ella, ambos la acompañan, la bailan y le agradecen los favores.
Pero esta gran celebración, va más allá del tiempo y el espacio, el ciclo de la vida para algunos es muy largo y para otros es muy corto, sin embargo, el tema que gira entorno a la muerte está lleno de prejuicios y estigmas, nos han enseñado a aceptar la vida y a rechazar la muerte cuando ambas son parte de sí.
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Santa Muerte. Tepito
Miquiztli
La historia que gira en torno a La Santa Muerte puede verse desde tiempo atrás y con diversas vertientes como lo es la prehispánica.
En la época prehispánica tuvo una connotación particular. Era el símbolo que liberaba a los guerreros en la batalla y a las madres en el parto. Los sacrificios tenían un doble sentido: el hombre accedía al mundo del proceso creador y por la otra alimentaba la vida cósmica y social, que se nutría de la primera. Con el catolicismo se transformó la noción sobre este tema, la vida y muerte pasaron de ser un sentimiento colectivo a una noción individual. Los hombres y mujeres ya estaban condenados de antemano al pecado original, pero podían salvarse si el arrepentimiento llegaba antes de la muerte, después de esta nada habría que hacer.
El culto a La Santa Muerte procede de un sincretismo entre ambas cosmogonías, reúnen la idea que la muerte no es el fin del mundo, sino una nueva vida que no se desarrollará aquí, junto a esta noción aparece la representación que con la muerte se justifica la vida.
La antropóloga Katia Perdigón Castañeda me comentó que, el culto a La Santa Muerte tal como se conoce hoy en día, con el tipo de rezos y concepto, no va más allá de mediados del siglo XX.
“La veneración a la imagen esquelética tiene sus antecedentes en la época colonial; es cierto que trae de sí todo un sentido de la historia y cultura del mexicano, no es hasta este momento en que el culto aparece como un sistema de creencias y rituales que establecen membresía entre los que la profesan; a ojos de quienes no son devotos de la Santa Muerte, esta imagen les evoca terror y repulsión; por otro lado, a sus seguidores las imágenes y efigies de la Niña Blanca les despierta una atracción, para ellos y ellas representa la eterna lucha entre el bien y el mal”.
La tradición de la que hemos estado hablando no solamente tiene implicaciones simbólicas y culturales, su alcance ha llegado hasta la esfera política y económica.
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Santa Muerte. Tepito
Un barrio una creencia
El culto a la muerte es una de las tradiciones simbólicas más complejas y características del México, del siglo XXI. La forma en que se muestra el culto y devoción a la muerte se extiende por diversos lugares. Desde las zonas rurales hasta las grandes ciudades. Pero esta tradición ha encontrado un espacio organizado donde se vuelve visible, cuyo contenido rige la vida de ciertos sectores que se mueven en la frontera de la clandestinidad.
El culto a La Santa Muerte, va más allá de sus contenidos esotéricos, es un símbolo que demuestra la percepción sobre la fragilidad de la vida y la necesidad de reivindicarla a través de creencias y rituales que la mantengan presente.
Como pocas religiones, esta recibe y socorra sin prejuicios a condenados, culpables o inocentes, personas que se dedican al trabajo sexual, población LGBT+ y a todos que han buscado consuelo en instituciones, pero solo encuentran rechazo y segregación. El santuario creado en 2001 por Enriqueta Romero la guardiana de la muerte en la calle Alfarería la unió más al “barrio bravo de Tepito y a Dios”, comenta que:
“Aquí en este altar es parejo, toda persona que llegue aquí, debe de recordar que primero es Dios y después todo lo otro, hay muchas personas que van a muchos lugares y llegan aquí y son felices, a lo mejor aquí se les realizan sus ilusiones, aquí no hay buenos ni malos, todos son buenos”.
Para uno de los barrios más pesados de la ciudad de México, el culto a la niña blanca es más que un ritual, es una celebración que el día primero de cada mes se le da. Alrededor de 10 millones de personas mexicanas le rinden tributo, Guadalupe Vargas académica con diversos estudios acerca de la religión comenta que, “este culto no es hacia la muerte ni al hecho de morir: la devoción a la muerte es para no morir, para tener una vida mejor”.
A pesar del reconocimiento que ha ganado el altar en la colonia Morelos, para la señora Queta, las cosas no cambian, Tepito, sigue siendo el barrio que le reza a la Santa muerte, pero también es hogar de dios; es una devoción llena de estigmas, una amalgama de sociedades, creencias y mercancías que nutre su fe en sus vivencias.
La gran mayoría de la gente considera este culto como demoniaco, en especial las personas católicas; quizá se deba a que hacen una comparación con la Virgen de Guadalupe, el sacerdote Fernando Aguilar de la parroquia San Lucas comentó que; “...Se tiene que diferenciar entre dos conceptos; si bien la iglesia nos invita a tener una muerte santa, lo que implica vivir en una forma adecuada de acuerdo a las leyes de Dios y arrepintiéndonos de nuestros pecados, eso es una muerte santa, algo totalmente diferente a hablar de la Santa Muerte, esta percepción que tienen diferentes personas es acercarse a un esqueleto al cual le atribuyen determinados poderes, para la iglesia la muerte no es un personaje, es la limitación humana con la que termina la vida, no es algo al que se le pueda pedir favores o beneficios”.
Lo cierto, es que este culto es tan amplio que no debe pensarse que sea exclusivo de migrantes, narcos o malhechores, es un culto familiar. El sincretismo que se vive alrededor de todas las religiones es muy basto, sin embargo, en el barrio pesado de Tepito es irreal, se respetan creencias y la gran mayoría de los habitantes son católicos y adoradores de la Niña blanca, porque para ellos y ellas no existe el mal, solo la fe.
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Creyentes del barrio de Tepito. Santa Muerte
Panorama del culto a la santa muerte
En México se presenta de manera cotidiana un escenario de violencia, desempleo, narcotráfico, pobreza, marginalidad, decadencia política y crisis económica, que influye directamente en los sectores sociales menos favorecidos. Ante tal situación, se cuestiona el papel del Estado y de sus instituciones para garantizar mejores condiciones de vida. Dicho contexto ha ocasionado el surgimiento de nuevos actores sociales que buscan a través de una religiosidad popular como es el culto a la Santa Muerte, proveerse de aquello que el Estado y las doctrinas religiosas no les pueden suministrar: empleo, salud, seguridad, vivienda, entre otras cosas más.
El señor Giovanni Alcántara comenta que él cree en la Santa desde que su tío fue inculpado por un delito y fue a prisión, “La blanquita me ayudo a sacar a mi tío de la cárcel, le rezamos todos y salió, por eso cada mes, los primeros venimos a darle su oración”.
La Santa Muerte es una figura de culto religioso de origen popular mexicano que durante los últimos diez años ha tenido mayor auge y ha cobrado vida, como respuesta a las necesidades y problemas de la gente que vive en situaciones de vulnerabilidad.
En la muerte se han encontrado diversos sentidos. El primero de ellos remite a la idea de entender la vida como una tragedia y un destino que no podemos evadir. En segundo, queda la percepción de incertidumbre en un mundo que cambia rápidamente y en el que la supervivencia es moneda de entrada por salida, los riesgos son asimilados como peligros y es La Santa Muerte la catalizadora de los miedos y angustias. Entre licor de caña, comida y marihuana, mariachi, flores y devotos, Alfarería 12, se ha convertido en un punto donde la gratitud de los allegados, es la respuesta a las peticiones que se han hecho realidad y solo nos queda respetar, porque al final solo queda la expectativa de esperarla.
Entérate de más aquí .👉 Santa Muerte.
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